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La Vuelta no se improvisa

A la Vuelta le va de maravilla. Altas audiencias, buena participación, etapas atractivas, patrocinadores fieles... Es una competición que funciona y que vende la marca España como la mejor de las empresas turísticas, pues la carrera llega a 169 países. Hace un mes se presentó el recorrido de la Vuelta 2014. También se conocen ya los nombres de los principales corredores que van a competir: Contador, Valverde, Purito, Quintana, Wiggins, Horner... Pero ahí no acaba el trabajo de la Vuelta. La Vuelta ya tiene cerradas la salidas de los tres próximos años. Las llegadas, también, y se supone que volverán a estar en Madrid, aunque con sorpresas. Sabemos que la Vuelta 2016 saldrá de Oporto y la de 2017, de Nimes. Canarias vendrá después.

Esta es la antelación con que trabaja la Vuelta. A tres/cuatro años vista. Nada se improvisa. Se hacen proyectos, se estudian solicitudes y se va perfilando el recorrido. Muy distinto cada año, aunque respetando su nueva personalidad, que, de momento, funciona. Se trata de las llegadas en rampa. Puestas de moda, ahora hay cientos donde elegir. El resultado es un trazado más sorprendente y entretenido que el Tour, el cual siempre es parecido, como confesaba Wiggins a Chema Bermejo: “Una primera semana llana, luego la alta montaña en dos fases, Alpes y Pirineos, o al revés, y finalmente una semana menos complicada con la crono”. La Vuelta huye de este modelo. Cada año tiene que ofrecer algo distinto, y a fe que se lo trabaja. Así le va de bien.