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Diego es el séptimo de caballería

A Luis Aragonés (que no es simplemente un histórico más, por mucha frialdad que destile el dueño del Atlético al decirlo ahora con pésimo gusto) no le gustaba. Del Cholo aplaudía y elogiaba casi todo, especialmente cómo convencía, cómo tenía ‘metido’ siempre al equipo. Pero le desagradaba su tic entre respetuoso y victimista de las previas contra el vecino: “Cada uno es como es, pero a mí no me gusta. Yo nunca diría que el Madrid es mejor, ni tampoco que la Liga es aburrida. Tendrá que cambiar el chip cuando queden seis partidos”. Pero Simeone no se baja de esa pose tan suya a mitad de camino entre queja por los privilegios ajenos y ardid de piel de cordero. Y lo peor es que contagia. Incluso a Gabi, futbolista decisivo y capitán ejemplar, se le fue la frase el jueves como anticipo de la semifinal de Copa: “El Madrid siempre es el favorito”. Una afirmación, impostada o no, que arañaba los oídos de Luis y que duele a todos los atléticos.

Una concesión a la propaganda de enfrente que ahora el 14 va a tener que revisar. Y no sólo por populismo o deferencia al más grande. Sino porque con Diego al lado, la sentencia en sí es muy discutible. Para mañana y para todo lo de después. La llegada del brasileño no suma, multiplica. El Atlético ha resistido heroicamente hasta hoy el acoso de los competidores metido en el fuerte. Con menos armas, pero con más valor y ardor. Y ahora no sólo recibe refuerzos. Le viene Diego, el séptimo de caballería.