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Hundidos, no; avergonzados

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Nos hemos ido de Alemania vapuleados en la Davis. Y Carlos Moyá, el capitán, dice que no nos hemos ido hundidos. Por supuesto que no. Uno se va hundido de una competición cuando ve que ha hecho el paria o que está para hacer bulto. No es el caso del tenis español. Por eso lo que nos hemos ido es avergonzados. Tenemos el mejor equipo del mundo, pero juega sólo cuando le da la gana. Y eso es una vergüenza. No es cuestión de personalizar, porque llueve sobre mojado. Pasó el año pasado, que había que ir a Canadá, y pasó en éste. La primera eliminatoria ya les cuesta jugarla a los fenómenos, pero si encima es fuera de casa no es que se pongan de perfil, es que salen pitando. No es cuestión de que estemos mal acostumbrados, es cuestión de orgullo.

“Es que la Davis está muy mal puesta”, es la excusa. Pues son cuatro eliminatorias en todo el año, llegando a la final. En muchos casos no es necesario jugar todos los partidos, porque con el 3-0 sobran hasta dos. Bien está que como tenemos más jugadores que nadie en el top-100 se mueva el banquillo, y según el rival que toque se convoque a unos o a otros. Pero cuando está cantado que como no llevemos lo mejorcito nos van a dar para el pelo, es una vergüenza ir a jugar sabiendo la que nos va a caer. Y encima que el capitán siga defendiendo, incluso a muerte, como él mismo dice, a quienes se han borrado. Pues para este viaje no se necesitan alforjas, que para formar el mejor equipo posible ante una final de la Davis y en casa vale cualquiera.