Giménez

Rosell, el gran derrotado de la guerra de guerrilla en las redes sociales

Santi Giménez
Nació en Barcelona en 1968. Estudió Ciencias de la Información y Filosofía. En 1988 entró a trabajar en la revista Barcelona Olímpica, en 1990 en el diario Las Noticias. Tras cerrar ambos medios se incorporó al Diario de Barcelona en 1990, que no cerró hasta 1994. En 1994 entró en SPORT. Se incorporó al Diario AS en 2010, donde es Subdirector.
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El ‘pack presidente’. Cuando a uno le nombran presidente de España, le dan las llaves de la residencia del Coto de Doñana; en Estados Unidos, el maletín con los códigos para destruir el planeta en un cuarto de hora; en Francia, una moto, un casco y un apartamento discreto y en el Barça, le abren una cuenta en Twitter. Todo ello, (la casa del Coto, el maletín, el apartamento y la cuenta) tiene que ser devuelto cuando se deja el cargo y legarlo a su sucesor. Rosell se ha ido del Barça y ha cerrado su cuenta en la red social, que por muy institucional que fuera, llevaba su nombre y apellido desde antes del nombramiento. A cambio, ha llegado a nuestras vidas la nueva cuenta de @jmbartomeu.

Más de lo mismo. La nueva, abierta hace cinco días, suma 25.500 seguidores, sigue a trece cuentas (todas las corporativas del club, incluidas la que están en japonés, bahasa indonesio o árabe) y ha escrito tres mensajes (el mismo en català, castellano e inglés) en el que dice “orgulloso de presidir el Barça y me pongo a disposición de los barcelonistas”. Apunta a más de lo mismo respecto a su predecesor.

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Titanic 2.0. La marcha de Rosell ha inspirado cientos de artículos. Muchos de ellos opuestos, pero en todos se encuentra un punto de convergencia que pone de acuerdo a los rosellistas más acérrimos con sus críticos más cáusticos: Su política de comunicación ha sido un desastre de proporciones bíblicas. Uno de los icebergs que ha hundido el Titanic que creía pilotar Sandro es el desprecio que han tenido casi todos los directores de comunicación del club por la opinión de la gente. El propio presidente, cuando contestaba en las ruedas de prensa, llegó a burlarse de esas opiniones diciendo que todas las críticas “sólo son cosas del Twitter”.

Mutis en silencio. No deja de sorprender que una persona tan preparada como Rosell menospreciara de esta manera la potencia de la nueva opinión publica. Creía que monitorizando a los medios tradicionales controlaría el estado de opinión culé. Se limitó a observar lo que pasaba y cuando quiso contraatacar, ya era demasiado tarde. La guerra de guerrillas había desgastado al paquidérmico aparato Cuando quiso darse cuenta, estaba camino a Londres yéndose del Barça como el que se da de baja en Twitter, sin tener que dar explicaciones.

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