Wayne Harrison, estrella precoz con trágico final a los 46 años
Wayne Harrison. El nombre no les debe sonar en absoluto, en Inglaterra se le recuerda un poco más. A mitad de los ochenta y con 17 años, tenía el mundo a sus pies y los grandes clubes ingleses quisieron ficharle: el Manchester United, el Everton, el Nottingham Forest. Era el Wayne Rooney de su época y si se da datos más allá del nombre a más de uno y a más de dos se les enciende la lucecita: ah, sí, ese chaval iba para gran estrella, no sólo inglesa. ¿Qué ha sido de él?
Ojeadores. Con 17 años solía ser convocado con el Oldham y jugó con ellos cinco encuentros en Segunda, pero para entonces ya se sabía que tenía algo especial. Así que cuando participó en el torneo juvenil de Copa se amontonaban las peticiones de entradas para ojeadores. ¿Quién es Harrison? El pequeñito, contestaba alguno, ese al que le sobra camiseta por todos lados. De esa competición, muchos recuerdan una victoria del Oldham (3-4) en Anfield, con una participación estelar del chaval. Marcó goles, se marchó de los defensores con una extraordinaria velocidad en los primeros metros, disfrutaba driblando. Sus apariciones eran eléctricas. Además era un tío gracioso y confiaba en sus posibilidades. Una joya.
Intercambio. Ron Atkinson, el preparador del United, había ofrecido un intercambio por otros cuatro futbolistas de su misma edad, pero tras ese encuentro, el cuerpo técnico del Liverpool no dejó marchar del boot room a los del Oldham hasta que saber todo de Harrison. A los pocos días llamaron con una oferta irrechazable en esa época, 300.000 euros. Fue aceptada.
Lesiones. Tras ser cedido al Oldham y al Crewe, destacó con los reservas del Liverpool hasta que sufrió una serie de lesiones, algunas con paso por el quirófano: pelvis, problemas musculares e incluso, tras hacerse una brecha entrenándose, casi pierde la vida desangrado con los servicios de ambulancia en huelga. Y finalmente el cruzado: las nueve operaciones siguientes no le curaron. Ni siquiera pudo ir al homenaje que le hicieron el Oldham y el Liverpool cuando tenía 24 años y tuvo que retirarse.
Final. Cobró el subsidio un tiempo, fue camionero de una cervecería y una extraña enfermedad en el pancreas le impidió seguir jugando con los amigos. Esa fue la causa de su muerte el día de Navidad del año pasado. Tenía 46 años. El sindicato de futbolistas inglés cuenta con 30.000 exjugadores necesitados de ayuda económica, médica o psicológica. “Quizá quise crecer demasiado rápido”, solía decir Harrison. O quizá su historia no es tan particular: solamente un escaso porcentaje de los que sueña con ser futbolistas alcanzan la gloria.