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La belleza también gusta en las carreras

Desde que hace unos días apareció en escena el primer monoplaza de esta temporada de Fórmula 1 (Force India quiso ganar, al menos, esa carrera y una valiosa cuota de notoriedad) se ha abierto el debate sobre la estética de estos nuevos coches de 2014. En las redes sociales, en los foros e incluso en la Prensa encontramos comentarios de toda índole sobre el diseño propuesto por las escuderías para ajustarse a las exigencias del revolucionario reglamento técnico, especialmente respecto a esos morros tan particulares… Es obvio que la belleza no se encuentra entre los ingredientes imprescindibles para el éxito, aunque yo sí que diría que cuando una disciplina representa la máxima expresión de un deporte, la imagen también juega un papel que debería ser tenido algo más en cuenta.

Me refiero a que los aficionados a los grandes premios esperan encontrar allí los coches más sofisticados, más potentes, más rápidos… y también más bonitos. Partiendo de la premisa de que sobre gustos no hay nada escrito, lo que parece lógico es que en la F-1 deberían lucir coches espectaculares en su aspecto, capaces de eclipsar (o al menos intentarlo) a creaciones tan imponentes como las de Le Mans o el DTM. Sin embargo, para muchos estos monoplazas de 2014 dan casi repelús, el envoltorio no parece al nivel de lo que se esconde debajo, el bombón de la ingeniería automovilística más avanzada del mundo da la impresión de estar cubierta con papel de estraza… Ya digo que éstas pueden ser disquisiciones intrascendentales, que lo importante (lo ha dicho hasta el propio Alonso) es que los coches corran. Pero que fueran un poco más bonitos tampoco le molestaría a nadie, ¿no les parece?