TRIBUNA LIBRE: El milagro del Super Bowl


A mi amigo Ricardo M.S., que también ha caído en las redes del football

Raúl C. Cancio

Escribir un artículo para los días próximos a la celebración del Super Bowl, aunque pudiera parecer lo contrario, resulta extraordinariamente complicado. Durante esos días, los análisis sobre los conjuntos contendientes, las variables tácticas de cada equipo, los perfiles de sus protagonistas, la literatura en general sobre el choque es tan abrumadoramente exhaustiva que, honestamente, me siento absolutamente incapaz de escribir una sola línea que, por otra parte, resultaría inane ante el nivel que se exhibe en este Blog, un vedadero think tank de football americano.

Así que un año escribí sobre los extraordinarios genes heredados por Angela Rypien,la hija del que fuera gran QB de Redskins y al año siguiente, sobre la Bert Bell Benefit Bowl, aquel Bowl para perdedores que se jugaba en Miami en la década de los sesenta…


De tal forma que este año me encuentro, una vez más, frente a la hoja en blanco, sin tener muy claro como colarme entre tanta erudición técnica. Podría hablarles del tiempo que va a hacer el 2 de febrero en los Meadowlands y su incidencia en el juego de Manning si no fuera porque sobre el particular Tovar ya lo ha hecho más y mejor. En este sentido, saben que adoro la historia de este deporte, así que me plantee la posibilidad de buscar información acerca de la última vez que en la ciudad de Nueva York se disputó un título de la NFL; un tema interesante al hilo de las referidas condiciones metereológicas, pues ya saben que los Super Bowls siempre se han disputado en localidades meridionales –o domes- huyendo del frío que por estas fechas suele hacer al norte de la Línea Mason-Dixon. Pues bien, East Rutheford no es Nueva York, no es ni el estado de Nueva York; lo que está en juego el próximo 2 de febrero es el trofeo Vince Lombardi y lo que se disputó en 1962 en el Yankee Stadium del Bronx entre los Giants y los Packers fue el Ed Thorpe Memorial Trophy; las franquicias son otras y además, aquello aconteció un 29 de diciembre y no el 2 de febrero. Así que fuera, también descartado por ausencia de analogías suficientes.


Bueno, entonces podría escribir sobre algo de actualidad, por ejemplo la palabra más repetida en las últimas semanas en la NFL: Omaha. Lo malo es que Peyton Manning ya ha desvelado el significado del sintagma favorito del sistema ofensivo de los Broncos. " “Omaha” es una carrera, pero puede ser una jugada por pase, un engaño (de carrera) que depende de dos cosas: a qué lado va a ir la jugada, el periodo (del partido) y (el color) del jersey que estemos usando". ¿Está claro no? Además de un genio sobre el emparrillado, Peyton es un cachondo mental y desde luego, Jean Stother, la alcaldesa de la ciudad de Nebraska, está encantada con la promoción mundial que la ciudad está teniendo merced a los audibles del 18 ¿se imaginan a Cristiano Ronaldo, antes de cada golpe franco gritando “¡Socuéllamos!”?...otro borrador a la papelera.


¿Qué les parece si les gloso los cinco mejores y los cinco peores half time shows de la historia de los Super Bowls? Pues con toda razón me dirán que a ustedes que diablos les importa si mis intermedios favoritos fueron las perfomances de los Blues Brothers y ZZ Top en 1997 o Kiss en 1999, o que me marché a la cocina a reponer cervezas durante el destete de Janet Jackson en 2004 o los gallos de Enrique Iglesias en 2000…


En fin, no quería llegar a esto, pero habida cuenta de la coyuntura económica mundial, que opinión les merece que la entrada para el Super Bowl –al margen de la lottery de la NFL y los equipos finalistas- alcance los 3.000 dólares. Es más, que opinan del siguiente dato: para asistir al I Super Bowl, o mejor dicho, al First AFL-NFL World Championship Game, celebrado el 15 de enero de 1967 en el Memorial Coliseum de Los Angeles, los aficionados de Green Bay o de Kansas City, hubieron de desembolsar 12$, lo que vendría a ser 83,74 dólares de hoy, según la tabla del Consumer Price Index del Departamento de Trabajo del gobierno de los Estados Unidos. Es decir, en 1967, ver el Super Bowl en directo era una pasta si tenemos en cuenta que un T Bone steak costaba $1.15 la libra, el NYT 25 cents., el Staten Island Ferry 5 cents., una entrada de cine $1.50 o volar desde Los Angeles a San Francisco en Continental $12.50. Vale. Pero es que ir al Met Life el domingo sólo está al alcance de los afortunados del sorteo, de los millonarios o de los inconscientes que soliciten un crédito personal para tal menester.


No me extraña que Josh Finkelman, un ciudadano de New Brunswick (Nueva Jersey) haya demandado a la NFL en la corte federal de Newark, acusando a la liga de elevar los precios del Super Bowl para dejarlos fuera del alcance del aficionado promedio y fomentar que se de la especulación dentro del mercado negro y de la reventa. En su demanda argumenta que la NFL solamente ofreció el uno por ciento de todas las entradas disponibles al público para ser adquiridos a su valor real, lo que implica que la mayoría de aficionados deben adquirir sus entradas en el mercado secundario, donde los revendedores pueden pedir miles de dólares por entradas que normalmente no superarían los 200 dólares, con vulneración por tanto de la New Jersey Consumer Fraud Act. Además, nótese que esta indecencia es aun más lacerante si tenemos en cuenta que el espectador de football, en un partido de duración media de 3 horas y 12 minutos, contempla un promedio de juego real de ¡¡¡¡¡11 minutos !!!!! según un estudio realizado por el Wall Street Journal. En otras palabras, cada minuto de juego a 272 $...mejor hablemos de otra cosa, que no está el horno para bollos.


Así que me quedan los comerciales y su precio por minuto; los kilos de costillas, de perritos y hamburguesas y los litros de cerveza que se van a consumir; los millones de espectadores que los vamos a seguir en todo el mundo y las medidas de seguridad y el caos de tráfico que se va a generar en Nueva York ese día –y con las trapacerías del gobernador Chris Christie aun más-. Noticias todas ellas que tendrán oportuno eco en nuestros informativos y diarios nacionales el día antes del evento.


Ante este panorama, he optado por contarles algo que muy probablemente les resulte indiferente pero que en lo que mi respecta, y en relación con el Super Bowl del próximo domingo, siento como verdaderamente importante. Cuento con la amistad de un colega desde hace 41 años. Nos conocimos en el cole con tres años y hasta hoy hemos compartido aulas, amigos, primera comunión, excursiones, viajes, comidas, borracheras, resacas… hemos coincido en graduaciones, universidades, carreras, estadios, despedidas de solteros, bodas, bautizos, ay! también funerales…pero nunca, jamás, en todos estos 41 años le he invitado a mi casa a ver nada en la tele. Ni finales de mundiales o europeos con España como protagonista, ni Copas de Europa en color, ni un Barcelona-Madrid o un Romero-Paula en La Maestranza en pay per view, ni algún Tyson desde Las Vegas, ni la brasa de salto de Felix Baumgartner desde la estratosfera, ni el capítulo final de Los Soprano, ni siquiera, ojo, la vuelta de Belén Esteban a Tele 5…a este querido amigo, un sabio del baseball pero que el pasado mes de septiembre empezó a interesarse en serio por la NFL -y ahora su mujer le va a echar de casa por hacerle mas caso al Game Pass que a ella-, le voy a invitar a mi casa el próximo domingo a compartir unas cervezas viendo hasta las tantas un Super Bowl en el que, por cierto, no juega ninguno de nuestros equipos y teniendo que currar el lunes a las 8 de la mañana. Lo que no han conseguido 41 años de amistad lo va a lograr este puto deporte…que grande!!! Les deseo a todos una breve off season. Abrazo fuerte amigos.

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