Ancelotti o como quedar bien con todos

J.J.Santos
Actualizado a

El pacificador. La mano dura que todo entrenador debe exhibir de cuando en cuando se ha ido ablandando con el paso de los meses. Carlo Ancelotti enseñó los dientes en el comienzo de ejercicio pero aquello ya es pasado. En el vestuario tienen la sensación de que cada día llega con la intención de molestar lo menos posible, de evitar cualquier enfrentamiento. La forma de manejar la titularidad en la portería, inexplicable para cualquier analista objetivo que lo vea con cierta distancia (en el extranjero se siguen haciendo cruces), se puede acabar convirtiendo en un hábito. Ahora empieza a ponerlo en práctica con Arbeloa y Carvajal. Del primero sabe que cae bien a un pequeño sector de la afición que suele hacer mucho ruido. Pero le gusta el fútbol del segundo. ¿Solución? Rotar en el lateral derecho.

Atendiendo gustos. También estuvo rápido para subirse al carro de Benzema, consciente de que es el ojito derecho del presidente. Y no dudó en pedir públicamente la renovación de Xabi Alonso en cuanto percibió que el run rún del estadio clamaba por la continuidad del tolosarra. Para no leer ni escuchar nada de lo que se dice en los medios, se le ve muy puesto. Tan puesto que Morata primero y Jesé después gozan de más minutos desde que la prensa empezó a empujar pidiendo más protagonismo para ambos canteranos en sus portadas. Cambio crítica por quince minutos de la basura.

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Caso Di María. En el asunto del tocamiento de Di María ha vuelto a demostrar su talante. Lejos de exigir una multa por el lamentable gesto del argentino, pidió a la directiva que hicieran borrón y cuenta nueva. Con ello deja abierta la puerta a futuros desplantes de jugadores descontentos con un cambio o una suplencia. Lo que empezó siendo un caso claro de indisciplina, se ha convertido en un chascarrillo que sirve para que el resto de compañeros hagan bromas en los entrenamientos o en las redes sociales. Pero los aficionados no olvidan. Ojo.

Zidane aprende. A todo esto, su ayudante de lujo, Zidane, está haciendo un curso acelerado de entrenador por si en el futuro hay que tirar de sus servicios. Más implicado en las relaciones personales con aquellos jugadores que atraviesan por situaciones complicadas, el francés entra poco en asuntos tácticos. El hilo directo que tiene con el presidente le permite ir a su bola y acumular experiencia. Eso, y descubrir si realmente le gusta estar en los banquillos, algo que nunca ha acabado de tener claro.

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