Con la verdad por detrás

Quizá no es una mala idea un Mundial en Oriente Próximo. Al fin y al cabo, el fútbol ha crecido colonizando territorios inhóspitos o habitados por otros deportes. Lo hizo entregándose a la suerte natural en Europa y Sudamérica pero hubo de trabajárselo en Norteamérica, Asia, África y Oceanía ganándole terreno a deportes autóctonos o mejor instalados. Qatar ofrece poca población, pero dinero y oportunidades, de las que sólo se han beneficiado unos pocos clubes. Un Mundial puede generalizar el reparto, pero a la elección debió llegarse con franqueza y valentía.

Las que faltaron para decir que si Qatar organizaba el evento sería en el invierno del hemisferio norte porque la climatología no permite otra cosa, de igual manera que resultan imposibles unos Juegos de Invierno en el Amazonas. Y que eso obligaría a darle la vuelta al calendario. Pero se pensó que yendo con la verdad se perdería el partido y ahora andamos buscando el momento de ponerle el abrigo al torneo con anestesia, cuando más distraído ande el fútbol, con meteduras de pata, idas y vueltas, cálculos para contraer la Champions y las ligas nacionales y propuestas para desplazar los Juegos de Invierno. En definitiva, haciéndose hueco a codazos.