Si uno se mueve unos metros y sigue viendo su sombra, es que no se trata de un testigo más. El Aconcagua se ha acostumbrado a ver pasar el Dakar. Desde sus 6.962 metros, que lo convierten en el pico más elevado de los hemisferios Sur y Occidental, observa a esos pilotos que no tienen otra cumbre que un trofeo de touareg bañado en champán. La carrera cruzaba por Mendoza y entraba en San Juan. Tierra de vendimias y de Sergio Cerdera. Su Kawasaki falló, achaques ya en la segunda etapa, lo que no son nada alentadores, y su salida en la tercera era duda hasta minutos antes. “Se paró la moto, no sabía por qué, tenía combustible; pero la controlé, la revisé y me di cuenta de que tenía una manguera en el tanque de nafta (gasolina) pinchada; se habían vaciado los tres tanques”, relataba en ‘Tiempo de San Juan’.

Tres tanques vacíos y la familia llena de whatsapps informando a sus allegados del mejor lugar para ver pasar a su querido Sergio. Día de fiesta, ¿o no? La tarde anterior, el piloto tuvo que llegar en helicóptero al vivac, donde aguardaba a que le llevaran la moto. Confiaba en arreglarla y que la organización le diera el OK para tomar la salida. Así fue. Por cierto, a Sergio le apodan ‘El Guapo’. Los hay guapos y con suerte.

Dicciodiario: Macana. Mentira. Como la que circuló en la noche mendocina sobre el cambio de motor de Marc Coma, que supondría penalización. Primero fue un rumor, luego se dijo que el equipo trabajaba para cambiar el corazón de la KTM... incluso hubo quien acertó a ver la nota de los comisarios. Coma sigue y es tercero. Lo único trucho (mentira) era la noticia.