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El Rey ha muerto, viva el Rey

El destino ha querido que en el día de Reyes, Portugal, país republicano, enterrara a su Rey Eusebio el portugués, durante décadas mas conocido y admirado en el mundo entero, una “figura universal” como, en su homilía, le llamó el cura que ofició la misa de despedida y a la cual asistieron las figuras del país empezando por el presidente de la República, Cavaco Silva.

Pero el gran homenaje tuvo sabor popular, miles y miles de personas le dieron su último adiós, primero en el estadio Da Luz, en el que, cumpliendo su deseo, el cuerpo de Eusebio dió su última vuelta al rectángulo de juego; y después en las calles de Lisboa, repletas de gente apesadumbrada por la gran pérdida que todo Portugal y el mundo del deporte acaba de sufrir.

Todo este amor por Eusebio se debe a que fue un futbolista excepcional pero sobre todo, porque sus éxitos no le llevaron nunca a dejar de ser una persona humilde, sin pretensiones, era uno más del pueblo con el que se identificaba. Nada que ver con las grandes figuras que se creen tan importantes que se distancian, se tornan inaccesibles pero que, pasado su tiempo, caen en el olvido. Portugal sufre, se siente triste y más pobre, aunque Eusebio naciera en el lejano Mozambique. Él era y siempre será un hujo predilecto portugués.

Se ha ido el gran Eusebio, su figura quedará para siempre viva en la memoria de todos pero la vida sigue y el gran monarca del fútbol portugués ya tiene sucesor. El trono vacio será para Cristiano Ronaldo, larga vida al nuevo Rey.