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Primer ídolo de unos cuantos

Lo escribió el maestro Gerardo García en 1974 poco antes del debut de Breitner con el Real Madrid: “¿Maoísta? Lo que importa es que sea madridista”. Y lo fue. Aquel jugador de pelo afro e ideología de izquierdas ha quedado, con los años, como un símbolo del club y de la eficacia alemana aplicada al madridismo. Así lo percibimos, al menos, desde la generación que tuvimos a Breitner en nuestros cromos. Había algo fascinante en ese tipo. Aún lo hay. Quienes quisimos ser Breitner, ahora queremos llegar como Breitner a los 62 años.

Cuenta que se fue del Madrid (dos Ligas en tres temporadas) porque su vida era demasiado fácil. Esas inquietudes le hicieron abandonar su país a los 22 años, recién proclamado campeón de Europa con el Bayern y del mundo con Alemania. Jugaba como lateral zurdo siendo diestro (con la derecha marcó el penalti de la final del 74) y Miljanic lo reubicó como medio, porque en esa posición le vio jugar de juvenil. Era un box to box, para que lo entiendan los jóvenes. Ahora es una leyenda de dos clubes históricos y rivales que, juraría (carezco de pruebas), nos quiere un poquito más a nosotros.