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Nochevieja y el drama de Schumacher humanizan a los cracks

Extremos. Asumido está que las estrellas del deporte son seres inabastables, cuyo nivel de vida y sofisticación jamás quedarán al alcance de los simples mortales. Nos pasamos el tiempo idealizando su quehacer diario, tratando de imitarles en la medida de nuestras miserables oportunidades. Comprando cachivaches que anuncian o poniéndonos sus calcetines favoritos. Hasta que llegan los extremos. A esos momentos de extrema felicidad o de profunda conmoción en la que, gracias a las Redes Sociales, cualquier paisano puede sentirse empático con los sentimientos de su ídolo y ver que, en el fondo, siente lo mismo que la persona a la que admira.

La desgracia. El accidente de MIchael Schumacher conmocionó al planeta. Ver a todo un campeón debatirse entre la vida y la muerte es sobrecogedor. En todo el mundo, los mensajes de internautas anónimos con la etiqueta #Schumi o #ÁnimoSchumi en diversos idiomas arrasó la red. Desde Singapur a Islandia. En España sólo fue superada por el hastag #FelizAñoZulemayPatricia, pero eso debe de formar parte de la idiosincrasia nacional. Ver que una legión de grandes deportistas unían sus deseos a los de tanta gente de a pie puso a todos en el mismo plano. Eso acerca a los ídolos con sus admiradores.

La felicidad. Días después de la conmoción por el accidente del piloto alemán, todos cambiamos el chip y pasamos de la desolación (en la Red, por lo menos) a la alegría por la llegada del nuevo año. Ahí, los grandes del deporte volvieron a bajar a la tierra. En su mayoría se mostraron como cualquier hijo de vecino y enviaron las mismas fotos (con familia, amigos etc...) que te enviaría tu cuñado. Volvieron a estar cercanos.

Novedades. Dentro de esta sucesión, como pasa en cualquier familia, siempre hay el que da la nota. El que se pone una camiseta imposible sin mangas (Alves) y luego pilla un catarro; el de la camisa con dinosaurios (Ramos) y el que nos descubre que toca la guitarra (Messi)... Pero, ¿quién no ha metido la pata en Nochevieja?

Polémica. La lástima está en que pasada la época de mensajes maniqueos (accidente es malo; año nuevo es bueno) volveremos como borregos a discutir quien se merece el Balón de Oro.