La Premier está cambiando para bien con su apuesta por el toque

Guillem Balagué
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Cambio. Sugiero una revolución futbolera para el año que está a punto de llegar: mirar a la liga inglesa con ojos nuevos. Ahora es algo muy diferente a lo que enamoró a muchos. Y para bien. La Premier es la nueva versión del tiqui-taca: es la competición con el menor número de balonazos arriba (pases de más de 25 metros; hace cuatro años nuestra liga lideraba esa clasificación, desde entonces los balones largos han aumentado en nuestro país) y no hay una sola liga que dé más pases verticales en dirección a la portería contraria (un 41 por ciento). Pasan más en corto pero siempre buscan el gol.

Posesión. Gracias a Roberto Martínez, Wenger, Mourinho, Moyes y otros entrenadores que no estaban en la Premier cuatro años atrás (Pellegrini, Poyet, Pochettino, Laudrup o Rodgers) la liga inglesa está abandonando el fútbol directo para basar su juego cada vez más en la posesión; ha dejado de ser un intercambio de golpes constantes. Y es una transformación aprobada por la afición que está aprendiendo las bondades de la paciencia y de construir las jugadas desde atrás.

Contagio. En realidad, es la consecuencia más visible del éxito del Barcelona y de la selección española que ha contagiado irremediablemente la manera de pensar de los ingleses, enamorados, fascinados, hipnotizados por el juego practicado por nuestros equipos de más éxito (pero no de nuestra organización). ¿Se dan cuenta de lo que estamos diciendo? Nuestro fútbol ha cambiado al país donde se originó todo esto. Un logro enorme. Estaría bien que de algún modo se reconociera ese respeto mutuo. Si algún club español abriera una tienda en Londres o Liverpool o Glasgow, si algún futbolista quisiera internacionalizar su imagen, los británicos les abrirían los brazos.

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Calidad. Curioso que la Premier esté yendo en una dirección y el resto de Europa en otra. Quizá es porque acumula más calidad que en ningún lado aprovechándose de su poderío financiero. En todo caso, ese efecto empieza a verse también en las canteras de los grandes clubes que pronto alimentarán a la selección. La Sub-21 que llegó a las semifinales del Europeo 2007 tenía en sus filas a Richardson, Reo-Cocker o Noble. Hoy han sido reemplazados por McEachran, Barkley o Wilshere, medios de toque.

Largo plazo. Es posible que este cambio hacia el control y la posesión no se refleje el año que viene en el Mundial: han caído en un grupo muy complicado y los cruces (quizá con Brasil o España antes de las semifinales) no les favorecen. Pero ciertamente la cultura del país está cambiando para bien. Y si a la capacidad técnica se le añade su fortaleza física natural, su compromiso y pasión por el fútbol, y su admirable organización, igual tendríamos que concluir que el futuro les pertenece.

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