Cardenal, dos años después
Miguel Cardenal va a cumplir dos años al frente del deporte español. Más que Fisas, Villar o Soler, quienes también presidieron el Consejo Superior de Deportes (CSD). Su sillón es un cargo político y está a expensas de los vaivenes que dicta la política. Él mismo lo ha sufrido. Le impusieron un director, David Villaverde, que hace tres meses dejó el CSD para irse a Presidencia del Gobierno. Pudo nombrar entonces a la persona que quiso, y no fue otra que Ana Muñoz, a quien ya había puesto al mando de la Agencia Antidopaje. El cargo de ésta lo ocupó Manuel Quintanar. El círculo quedaba cerrado. Los puestos clave del deporte español quedaban ocupados por tres licenciados en derecho que coincidieron en la universidad de Navarra.
Afinidades aparte, Cardenal está siendo un buen gobernante del deporte. Desprende bonhomía y le ayuda su talante conciliador. El deporte le reconoce, además, su esfuerzo por conocer aquellas especialidades en las que era profano. Echa una mano a cuantos puede, y ha estado detrás del impulso que han recibido algunos de nuestros mejores deportistas para que lo siguieran siendo. Si puede desviar un euro del fútbol, deporte que conoce bien pues perteneció al Comité de Competición, lo hace. Además, está pacificando a los clubes en unos tiempos difíciles. Le ha tocado bailar con la más fea, y asiste a la desintegración de la ACB y la Asobal, víctimas de un falso profesionalismo. Su reto es que la futura Ley del Deporte impida más errores. En ello está.