Brych tuvo personalidad. Estuvo serio en la mayoría de sus decisiones y meticuloso para no dejar jugar con el balón en movimiento cada vez que señalaba una falta. Tampoco dejó en muchas ocasiones la ventaja, pero fue valiente en las decisiones que tomó dentro de las áreas. Si hay que ponerle un pero, fueron las dos tarjetas muy claras que perdonó al equipo danés: una en el 34’ a Toutouh por una dura patada a Xabi Alonso y la otra en el 48’, también por otra dura patada a Cristiano Ronaldo de Delaney en el centro del campo en la que ni siquiera señaló falta.

Pero para mí esto no empaña su buen control del juego y su compenetración, sobre todo, con el asistente que corría la banda de tribuna. Este le ayudó perfectamente cuando lo necesitó, como en la jugada del minuto 39 en la que anuló un gol al Copenhague. Delaney cargó a Casillas de manera irreglamentaria, sobre su cuello, dentro del área pequeña. El árbitro asistente, como el de área, así se lo indicaron. Brych no lo había visto. Tampoco que Delaney había marcado el gol, en realidad, con la mano.

Un minuto después no hubo penalti a Cristiano en el despeje del defensa danés. En el 47’, el gol de Cristiano es legal aunque en primera jugada estaba en fuera de juego posicional. Pero el balón fue a Pepe, que cabeceó, y Cristiano, en línea, marcó. En el 61’ existía fuera de juego de Nacho en el gol que le fue anulado. La pelota venía de Benzema. Estuvo bien anulado. Por fin, en el 88’, fue penalti de Delaney, que parecía estar en todas las jugadas polémicas, a Cristiano. Lo zancadilleó dentro del área cuando estaba en posición de disparar. Penalti bien señalado. Como conclusión: un arbitraje correcto.