La ACB ha tocado fondo

No será porque no lo llevamos advirtiendo. Pero la cosa no es de ayer, ni de la semana o el mes pasado. Viene de años atrás. La ACB ha tocado fondo. A peor ya no puede ir, porque en el informe de la situación económica financiera elaborado con las cuentas anuales auditadas ya se habla del riesgo de suspensión de pagos. El drama es que la situación a la que se ha llegado tiene un origen estrictamente deportivo, y que los clubes nunca han querido admitir. Se trata del sistema de competición. Un sistema que funcionará en otros países, que irá muy bien en Estados Unidos, pero que aquí ha echado a los aficionados del baloncesto. No de las canchas, pero sí de las televisiones. Ahí ha estado el gran problema.

Lo dijo hace unos años Imbroda: “Nos sobran entendidos y nos faltan aficionados”. Entendidos podía haber cien mil, medio millón... No más. Número suficiente para llenar las gradas, celebrar el juego defensivo, disfrutar con las rotaciones, entusiasmarse con los playoff... Fuera de ese mundo de entendidos había millones de aficionados que les gusta el baloncesto —ahí están las audiencias millonarias de la Selección—, pero no esa competición llena de agentes y mercenarios, donde todo se deja para el final. Sin esos aficionados, la ACB se ha hundido. “La competición nunca ha llegado a ser rentable”, dice el informe. Por supuesto. Se ha mantenido con el dinero del fútbol y las subvenciones públicas. Hasta que se ha acabado.