Real Madrid | La intrahistoria

Doña Isabel: 60 años de madridismo puro

Sus padres, sus hijos y nietos, todos son socios

Isabel Contreras.
DANIEL SASTRE
Tomás Roncero
Nació en Villarrubia de los Ojos en 1965. Subdirector de AS, colaborador del Carrusel y El Larguero y tertuliano de El Chiringuito. Cubrió los Juegos de Barcelona 92 y Atlanta 96, y los Mundiales de Italia 90, EE UU 94 y Francia 98. Autor de cuatro libros: Quinta del Buitre, El Gran Partido, Hala Madrid y Eso no estaba en mi libro del Real Madrid.
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El pasado sábado fue un día muy especial para Doña Isabel Contreras González, 70 años de vida y 60 de ellos, así como lo leen, de socia-abonada del Real Madrid. De manos de Emilio Butragueño, uno de sus ídolos favoritos, recibió la insignia de oro y brillantes que premia su lealtad y fidelidad a estos colores. De casta blanca le viene a esta señora entrañable, que entre sus recuerdos más infantiles está la tarde de la inauguración del Bernabéu, allá por 1947: “Yo era una niña de cuatro añitos y mis padres, Eduardo y Encarnación, como eran socios del Madrid, me llevaron al estadio al ser gratis la entrada a los peques. Recuerdo un obelisco en la tribuna que da a la calle Padre Damián. Ese día me enamoré del Madrid...”.

Su padre era el regente del Café Comercial, sito en la madrileña Glorieta de Bilbao. Un local que nació en el siglo XIX y que su padre pasó a llevar desde 1919. “Este café se convirtió en una cuna de madridismo gracias al empeño de mi papá, hasta el punto de que aquí estuvo la sede de la Peña Bañón” (Bañón fue portero del club blanco desde 1943 a 1949; una enfermedad le alejó del fútbol en activo esa temporada con sólo 24 años).

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Doña Isabel obtuvo su primer carné de socia en 1953: “Sólo tenía diez años, pero no olvidaré la aparición de Di Stéfano en el Bernabéu. Era imponente, con ese pelazo rubio que en España era poco habitual. Estaba en todas partes. En la grada, mi padre me decía que ese hombre cambiaría la historia del Madrid. Y vaya si lo hizo”.

La protagonista de nuestra bonita historia también nos cuenta cómo llevó al huerto vikingo a su marido, Andrés Jiménez Muñoz: “Él venía de Valencia y por lo tanto era valencianista. Quiso conquistarme y claro, pronto vio que si no se hacía del Madrid lo llevaba claro conmigo. En 1961 se hizo socio. Y hasta hoy...”. Una condición de la que presumen felices sus hijos (Isabel, Andrés y Elena) y sus nietos Eduardo (un bebé de unos meses) e Isabel. “Llevamos un siglo de madridismo en casa. Es un orgullo. El Madrid nos ha dado la vida...”.

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