Gestor en la temperatura adecuada
No sé si a Miguel Cardenal le hubiera gustado ser periodista deportivo, pero estoy por aventurar que no le hubiera importado. Probablemente el temario se le hizo corto y, antes que licenciarse cinco veces, prefirió trepar por el Derecho y por sus diferentes ramas. O tal vez cultivó su pasión a escondidas, alternando el Código Civil con el AS y el Marca. El caso es que el presidente del CSD nos observa con la misma curiosidad, cautela y leve admiración con la que el ornitólogo se aproxima a las aves exóticas. Me ha ocurrido con otras personas de parecida formación, eminencias del derecho o de la ingeniería industrial. Yo quería ser ellos y ellos deseaban cambiarse por mí. Hay gente para todo.
Que Miguel Cardenal nos perciba favorablemente es una buena noticia porque nos obliga a estar a la altura de sus gafas de aumento. Que conserve la mirada sin contaminar del aficionado no obsesivo es clave para que afronte con la temperatura adecuada los retos del deporte español: la modernización del sistema federativo, la culminación de la Ley del Deporte o la racionalización económica del fútbol.
E stamos hartos de ver a prestigiosos profesionales que entran al deporte con corbata y salen con la bufanda de su equipo anudada en la cabeza, presumiendo de autógrafos y no de cuentas. No será este el caso. Al igual que Ana Muñoz, Directora General de Deportes (antes presidenta de la Agencia Estatal Antidopaje), Cardenal representa a un tipo de gestor que combina la fría eficacia del experto fiscal con la candorosa ilusión del principiante. Y ya se sabe: si algo caracteriza a los soñadores y a los periodistas de primer curso es que no temen a los dragones.



