Kaká es el capitán de la nostalgia

No fue un partido, fue un sufrimiento. Para el Milán en el campo y para sus aficionados, pocos en el estadio y muchos delante del televisor. El marcador dice que el Barça ganó por 3-1, pero la verdad es que marcó los cuatro goles, porque el de los rossoneri fue de Piqué en propia meta. Eso ya es suficiente para explicar el dominio del equipo del Tata Martino, porque sólo en contadas ocasiones, en la segunda parte, el Milán dio la sensación de poder anotar un gol suyo.

En este Milán hay jugadores como Abate, Zapata, Emanuelson y Muntari que no son dignos de vestir una camiseta tan gloriosa. Este Milán no tiene nada que ver con el gran equipo del pasado, que empezó su ciclo con Berlusconi hace veinticuatro años en el Camp Nou ganando al Steaua de Bucarest la Copa de Europa. Solamente Kaká, que ha vuelto a los treinta y un años, parece el heredero de un gran Milán, auténtico capitán de la nostalgia de una época que esta acabando. Tampoco Balotelli, que entró en la segunda parte, pudo ayudar al equipo a remontar un resultado que siempre estuvo en los pies mágicos de Messi, Iniesta y Xavi. Puede ser que el Milán pase a octavos, pero es difícil imaginar que pueda llegar lejos. Sólo gana la nostalgia.