Toca elegir: el dinero o la tradición
Es cierto. Muchos estadios europeos han adoptado un nombre comercial. El campo del City, por ejemplo, dejó de llamarse Estadio de la Ciudad de Manchester para convertirse en Etihad Stadium y nadie se dio por ofendido. El Westfalenstdion (estadio de Westfalia) es ahora el Signal Iduna Park. El Allianz del Bayern y el Emirates del Arsenal nacieron con la publicidad puesta.
El caso del Madrid será distinto. La publicidad que se negocia no ocultará total o parcialmente un nombre insustancial, sino el del presidente que propició la actual grandeza del club. Sorprende que una entidad que presume de salud financiera se embarque en este proyecto recaudatorio, pero hasta podríamos pasarlo por alto porque vivimos tiempos de crisis.
La ética, sin embargo, no es el único inconveniente. Microsoft Bernabéu (caso de fructificar el acuerdo) es un nombre demasiado largo que extraviará en el uso una de sus mitades. Si triunfa el patrocinador se perderá el presidente y si sobrevive el presidente quien perderá sentido será el patrocinador. Por no mencionar la confusión de las mocitas madrileñas, que a partir de ahora tendrán que dirigirse, alegres y risueñas, al Chamartín Windows.