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Aquí no se arrepiente nadie

El ciclismo mundial parece haberse recuperado de los efectos negativos del dopaje. Su condena es unánime, y las tres grandes vueltas, Tour, Giro y Vuelta, han vuelto a tener buenas audiencias. Se han formado equipos con patrocinadores importantes, que dan para pagar dos y tres millones de euros a los mejores corredores. En cambio, la situación en España no es la misma. En España sólo nos queda un equipo profesional, el Movistar, y ahora también desaparece la Fundación Euskadi, considerada la cantera del ciclismo vasco. Que el ciclismo español ha sufrido las consecuencias el dopaje, sin duda, pero algo más ha tenido que suceder para que, al contrario de lo que sucede en otros países, nadie quiera patrocinar a nuestros equipos.

Me pregunto yo si tendrá algo que ver con el hecho de que aquí no se arrepiente nadie. La mejor manera de no volver a equivocarse es reconociendo los errores, mas por lo visto, en el ciclismo español el único que se equivocó fue Manzano. Los compañeros salpicados por el dopaje debieron ser víctimas de conspiraciones. Ningún otro corredor español ha reconocido nada. En el extranjero, en cambio, la lista es interminable. El último, Hesjedal. Y antes, Zabel, Ullrich, Millar, Boogerd, O'Grady, Dekker, Hincapié, Riis, Vaughters, Gaumont, Rasmussen, el propio Armstrong... Esta ausencia de corredores españoles entre los arrepentidos no ayuda a recuperar la credibilidad en nuestro ciclismo. Y ahí está la prueba: cada vez, menos equipos.