Un orgullo para todos los moralos
Ayer en Navalmoral de la Mata no se hablaba de otra cosa. Daba igual, madridistas, atléticos o barcelonistas... El gol de Óliver fue la comidilla de todos los moralos sin excepción. Y qué decir para mí, su primer entrenador en nuestra escuela de fútbol. Fue un orgullo y una emoción muy grande verle jugar y marcar. Fue el momento de rememorar aquellos partidos de niño enfrentándose a rivales a los que apenas llegaba a la altura del hombro. Pero estaba claro que el talento que había en ese menudo cuerpo no tenía límites.
No tenía aún 5 años cuando su padre le apuntó en nuestra asociación y de ahí a la escuela. Siendo benjamín ya jugaba con los alevines. Incluso hubo un año que simultaneó las dos categorías con dos partidos cada fin de semana. Y destacaba en ambas. Nos llena de orgullo verle triunfar, aunque él mismo sabe que aún le falta mucho camino por recorrer. Pero nos reconforta aún más verle, de vez en cuando, por aquí. Por su barrio de Navarrosa, paseando con sus amigos de siempre, siendo el niño generoso y humilde que recordamos todos. Para nuestros chicos es un referente no solamente dentro del campo, también fuera de él.
Carlos Sánchez Mateos fue el primer entrenador de Óliver en la Escuela Morala de Fútbol