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Ayer el Barça se escapó con vida. Uno de los Barças más ganables de los últimos Clásicos. Nos dejaron jugar, pensar, espacios... Incluso su circulación de balón, normalmente fluida y veloz, tenía un par de marchas menos de lo que nos tiene habituados. Pero regalamos casi 60 minutos de partido. Ancelotti inventó con Sergio Ramos en el centro del campo. Ramos, en su posición, es uno de los mejores, si no el mejor central del mundo. De mediocentro era una incógnita. No digo que no tenga condiciones para rendir ahí con el paso de unos partidos, pero en un encuentro de máxima exigencia no es el momento de experimentos. Salió mal. En la primera parte el equipo no sabía muy bien qué hacer. A veces presionaba arriba, a veces se quedaba, ofrecía poca intensidad y cuando conseguíamos robar no terminábamos de salir con la velocidad necesaria para hacer daño con las balas que teníamos arriba. El Barça, sin hacer gran cosa, se fue al descanso con 1-0 en el marcador.

La cosa cambió con la salida de Illarramendi. Le aportó salida de balón fluida y equilibrio defensivo a los nuestros. También liberó a Modric, ayer el mejor del Madrid. El croata siempre da la cara en los partidos grandes. Un jugador top en cuanto a calidad. A partir de ahí tuvimos ocasiones suficientes para haberle dado la vuelta al resultado, pero cuando mejor estábamos llegó el 2-0. El Madrid no perdió la fe, pero era tarde. No quiero dejar pasar la oportunidad de mencionar el partidazo de Carvajal. Hizo un marcaje espectacular a Neymar. El chaval crece y crece. En fin, toca seguir mejorando y lo más importante de todo, saber de una vez a qué queremos jugar, con quién y morir con esa idea.