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El Clásico se siente como un Boca-River

Desde que el fútbol se convirtió en un fenómeno social, sus límites territoriales fueron difíciles de determinar. Por caso, y a pesar de la distancia, en Argentina sienten un Barcelona-Madrid como propio, casi una extensión mucho menos pasional pero más mediática y refinada de un Boca-River autóctono. En ese marco, se dispara la duda: ¿acaso el Clásico español puede ser argentino? Técnicamente no. Geográficamente, imposible. Afectivamente, por supuesto. Lo es.

 Con el Tata Martino, Messi, Mascherano y Di María zambullidos en la batalla del Camp Nou, los argentinos jugarán el Clásico ante la televisión (será transmitido en directo por la señal DirecTV y por ESPN, donde lo comentará el exmadridista Quique Wolff) con la expectación de siempre, entre discusiones en bares de San Telmo o en coquetas confiterías de Puerto Madero, Barrio Norte y Palermo. En Pan y Manteca, el reducto del Tata en la ciudad de Rosario, cuna de Leo y del Fideo. O en San Lorenzo, donde nació Mascherano (no por casualidad, los cuatro argentinos del Clásico son de la provincia de Santa Fe). Sobre el Río de La Plata. O casi a los pies de la Coordillera de Los Andes. Porque el Clásico, cuando realmente es Clásico, en Argentina se vive a lo largo y a lo ancho del país.