Domenicali me parece una persona prudente y mesurada. Ha soportado con estoicismo situaciones complicadas, además de duras críticas por su gestión y los resultados de Ferrari. Por eso me han sorprendido sus declaraciones a esos dos aficionados quisquillosos que le visitaron en Maranello. Básicamente, por la contradicción que suponen. Si él mismo aboga por lavar los trapos sucios en casa, no entiendo las razones que le han llevado ahora, sin venir a cuento, a recordar el tirón de orejas que parece le dieron a Alonso por cuestionar al equipo tras el GP de Hungría.

Para empezar, con esta revelación confirma que el ambiente en la Scuderia no es precisamente el ideal. Y en esa misma línea, habrá que esperar para saber qué le ha parecido al asturiano que su jefe cuente que, en efecto, tuvieron que llamarle al orden, que el presidente Montezemolo ejerció como tal para recordarle que la leyenda de Ferrari está por encima de cualquier piloto, incluyéndole a él. Todo esto puede parecer una anécdota sin ninguna trascendencia, pero cuando los resultados tampoco llegan, una chispa puede ser suficiente para hacer estallar la tensión. Por eso digo que me ha parecido inoportuno, son ganas de liar más la madeja...