Se marcha Carlos Checa, un currante de la moto
Recuerdo con sorprendente nitidez mis primeros contactos con Carlos Checa. En sus inicios en los grandes premios a mediados de los 90, Pere Flores, de Catalunya Radio, casi me obligaba a ir a ver a su protegido al acabar las carreras. “Vamos, que lo ha hecho muy bien y necesita que le den ánimos”, venía a decirme mi compañero y amigo. Así fui descubriendo que aquel chico, además de ir muy rápido en moto, era un gran tipo, con lo que muy pronto ya no necesitaba que Flores me llevara a verle, iba yo solo y encantado de hacerlo, de comprobar una evolución imparable que le llevó a escuderías de relumbrón y a proyectos ambiciosos, incluyendo un lugar destacado entre las figuras de 500cc, primero, y MotoGP, después.
Y es que Checa, que hoy nos ha confirmado que se marcha de las carreras, ha sido siempre un currante de la moto. Serio, voluntarioso, abnegado y honesto. Su vida cambió cuando estuvo a punto de perderla en aquel grave accidente de Donington Park en 1998; sólo la providencia le salvó de la tragedia y él lo entendió como debe hacerlo una persona inteligente. Priorizó lo importante y entre ello, por supuesto, continuaron las carreras. Soñaba con ser campeón del mundo y no descansó hasta conseguirlo. No fue en los grandes premios, como quizá había imaginado, pero sí conquistó la gloria de convertirse en el primer español en lo más alto de las Superbikes. Las motos no le quitaron la vida, pero él sí la entregó a ellas, hasta hoy, ya con 41 años, cuando decide dejarlas. Así que es el momento de darle las gracias por todo lo que nos ha regalado. Hasta siempre, campeón.