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Una detrás de otra: son incansables

De todas las decisiones (muchas de ellas polémicas) tomadas por la Junta de Rosell, sin duda la que más haya dolido hasta el momento a muchos socis es la de no poder fumar en el Camp Nou. El multimillonario aterrizaje de Qatar, la desaparición de Unicef del frontal de la camiseta o forrar de publicidad el estadio con fotos de azafatas de la compañía aérea que ahora patrocina al Barça fueron determinaciones molestas. Pero si al no poder disfrutar de un buen habano o de quemar cigarros en un partido tenso, le unes no estar con tu hijo, nieto, sobrino como siempre se había hecho, la cosa se complica.

El hábito por entorpecer el camino y abrir las puertas a la polémica es ya casi semanal. Y más teniendo en cuenta que el Barcelona es propiedad de los socios, aunque cada vez lo parece menos. Tuvieron Rosell y la Junta la posibilidad de exponer esta complicada idea en la pasada asamblea de socios-compromisarios hace aún no un par de semanas, aunque parece que se les pasó por alto. Si no lo consideraron importante se les debe tachar de irresponsables; si evitaron tocar el tema, entonces la etiqueta debería considerarse de malos gestores. Deberían reflexionar. Su llegada en 2010 generó tanta ilusión como tristeza tiene hoy el hincha azulgrana.