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Negredo, sí; Costa, no

La España Mecánica. Le pongo este apodo al equipo nacional para homenajear a los espléndidos anfitriones del partido que certificó anoche el pase para el Mundial del país de la samba y la caipirinha. Sucedió en un lugar de La Mancha, Albacete, tierra donde durante varios años el mundo entero giró su mirada para estudiar los revolucionarios métodos de Benito Floro. El Carlos Belmonte es un estadio talismán. 12-0 de parcial en las cinco ocasiones en las que mis paisanos han abierto las puertas al mejor equipo de la Tierra. Además, muy cerquita de aquí nació Don Andrés Iniesta Luján, al que la afición arropó al llegar y despidió en pie cuando Del Bosque, en otra decisión llena de sensibilidad, le cambió a nueve minutos del final. Misión cumplida, récord mundial incluido. Ganarnos en casa en una fase clasificatoria es ahora mismo un empeño sólo al alcance de una nueva versión para Tom Cruise en Misión Imposible. El campeón ya ha dado el primer paso para reeditar el sueño. La estrella sigue a buen recaudo...

 Negredo es el 9. El casting del delantero centro va encontrando el final del túnel. Y allí, tras los intentos fallidos con Torres, Villa, Llorente, Soldado y Michu, emerge con más fuerza que nunca Negredo, La Bestia de Vallecas. El killer forjado en la cantera del Rayo y terminado de formar en el Castilla y el Almería, ha explotado definitivamente. En Sevilla se curtió en el oficio y en el City pone en aprietos al Kun y a Dzeko. A sus 28 años, está en su punto ideal de cocción. Y Del Bosque lo asume en el día de la verdad: el de la clasificación. Titularísimo y un sistema de juego buscando su poderío rematador. Navas a la derecha, un cuchillo jamonero con desborde, arte y poder de seducción, y Pedro al otro costado, rápido como si tuviese 20 años recién cumplidos. Del Bosque, tras el aburrido triunfo ante Bielorrusia, diseñó un equipo con una quinta velocidad añadida. Así se ensanchó el campo, aparecieron los espacios y la grada fue feliz. Y con Negredo, sólo era cuestión de esperar. Primero firmó una chilena de la que hubiese querido apropiarse Pelé en sus buenos tiempos. Loria evitó que el vuelo de Negredo invadiese de entradas la web de AS.com. Después, una asistencia mágica de Iniesta le permitió hacer el 1-0 para ir sacando los billetes para Copacabana. La afición recela del verdadero deseo de Diego Costa (cuando hay un sentimiento patriótico sincero, nadie deshoja una margarita). Si hubiera un referéndum hoy mismo, lo ganaría Negredo sobre el pichichi brasileño. Voy más lejos. Si sigue con la progresión que lleva el Bota de Oro de la Sub-21, prefiero en el banquillo un Morata motivado y hambriento que un Diego Costa con su corazón partío por su indefinición para mojarse sobre su destino mundialista...

Iker 151. Georgia, aturdida, sólo asomaba para rescatarnos esas paradas mágicas de Casillas, el Gran Capitán de España (151 veces internacional). Chutazo de Gelashvili y mano derecha salvadora. Iker nunca se fue. Me lo imagino parándole a Neymar un balón imposible en la final de Río de Janeiro. ¿Se imaginan un Maracanazo con Casillas de héroe? ¡La leche!

Alberto Moreno, ok. El joven zurdo sevillano (21 añitos) no se arrugó en ningún momento y se tomó su bautizo con La Roja como si fuese su despedida de soltero. Alegre y decidido por la banda, sin complejos. Tiene a Jordi Alba y a Monreal por delante, pero este chico promete.

El futuro es nuestro. La afición no debe acomodarse. Empujemos con entusiasmo a este equipazo que nos ha hecho soñar despiertos durante cinco años inolvidables. Lo mejor está por llegar. Hay que ir a Brasil con la ilusión del novillero...