El talento venció al dinero
Si Newey, Vettel y el RB9 no existieran, estaríamos ante una de las temporadas más emocionantes de la historia. En Yeongam hemos visto maniobras exquisitas de Raikkonen, Hulkenberg, Hamilton, Alonso, Rosberg y Button. Los de atrás, sobre todo cuando se juntan Pérez, Gutiérrez, Bottas y Maldonado, también nos han regalado todo tipo de acciones, dignas de la mejor película de acción de Hollywood. Incluso la dirección de carrera nos sorprendió con la aparición de un todoterreno en lugar del ‘Safety Car’, para acudir en socorro de Webber, fiel a su mala suerte de las últimas carreras (la sanción a los organizadores coreanos tiene que ser ejemplar). Tampoco falló Pirelli y sus neumáticos ‘bomba’, otra vez con Pérez. Cada segundo del GP fue magnífico.
Sin Vettel, el podio lo hubieran ocupado tres pilotos que no cobran porque sus equipos, Lotus y Sauber, están en quiebra. Parece una inocentada. Como sorprendente fue la imagen del Mercedes de Hamilton o del Ferrari de Alonso, tras Hulkenberg y su Sauber C32 con motor Ferrari. Recta tras recta, vuelta tras vuelta, sin poder superarle porque andaba más. Y Domenicali y Montezemolo como si nada. Y Brawn. Un gran premio imprevisible en todo, menos en el ganador. Igual está pasando en el Mundial. Nadie puede con el talento de Newey y Vettel. Por cierto, ni los nefastos Pirelli, que son igual de malos para todos los equipos. Tampoco Alonso, Raikkonen o Hamilton. Ni jugándose la vida. También en la F-1, el trabajo y el talento, pueden más que los millones.