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"...Peligro. Regreso no asegurado"

Hace por estas fechas cien años que apareció un anuncio en el periódico londinense The Times en el que se solicitaban voluntarios. Supongo que en cualquier escuela actual de marketing y publicidad sería tachado de auténtico desastre en cuanto a eficacia pues rezaba así: “Se buscan hombres para viaje azaroso. Paga pequeña. Frío intenso. Largos meses en completa oscuridad. Peligro constante. Regreso no asegurado. Honor y reconocimiento en caso de éxito.” Los candidatos se presentaron por miles. Quizá eran otros tiempos menos cínicos en los que “honor y reconocimiento” todavía significaban suficiente recompensa o quizá fuera que el líder de ese viaje, que tenía como objetivo la primera travesía a pie del continente antártico, pasando por el Polo Sur Geográfico, era Ernest Shackleton. Por aquel entonces, Shackleton ya era un afamado explorador antártico y había acompañado a Scott en su intento de llegar al Polo Sur Geográfico entre 1901 y 1903. Luego, ya como jefe de expedición, hizo otro intento entre 1907 y 1909, durante el que se quedó a 160 kms del polo llegando al punto más meridional jamás alcanzado por el Hombre hasta ese momento. Pero no alcanzaron los 90º sur que anhelaban porque, como le comentó a su esposa: “He pensado que preferirías un asno vivo mejor que un león muerto ¿no crees?”.

Tras el triunfo de Amundsen sobre el malogrado Scott en la “Gran carrera polar”, Shackleton planificó cruzar el continente a pie. Y a fin de encontrar compañeros, para la que bautizó como “Expedición Imperial Transantártica” fue por lo que puso el anuncio en prensa. Los candidatos se encontraron con preguntas de lo más pintorescas como si sabían cantar. Y es que Shackleton sabía que lo más importante para una aventura así, lo definitivo, sería el temple, la capacidad de sacrificio y la habilidad para crear entre todos un sólido espíritu de equipo (a lo mejor Ancelotti debería preguntarle a sus jugadores si saben cantar). Una vez escogida la tripulación, Shackleton puso rumbo a un remoto archipiélago perdido en el Atlántico Sur que es ahora el destino de nuestro próximo proyecto. Partimos a las Georgias del Sur para rememorar la última parte de la epopeya vivida por Shackleton y sus hombres tratando de escapar de la cárcel helada en que se convirtió para ellos la Antártida durante casi dos años de lucha incansable y al límite. Una de las más grandes aventuras de la Historia de la exploración humana de la Tierra. Durante las próximas semanas podrán seguir aquí nuestra expedición “Tras las huellas de Shackleton”, al que sus hombres llamaban  “el Jefe”. Siguiendo estos relatos creo que comprenderán por qué esa denominación era casi un título nobiliario, un gesto de admiración y respeto hacia quien supo devolverles con vida a la libertad.