El deseado 'nueve' en condiciones
Scolari, que es mano, ha pasado. Le toca a Del Bosque ahora envidar o darse otra vez mus. Tiene a Diego Costa a tiro de convocatoria, con el pasaporte español en regla y un estado irresistible de forma y de gol que ciertamente le seduce. También murmullos interesados enfrente que le invitan a frenar, el último, encendido a partir de una peligrosa vena nacionalista del que este país apenas se había contaminado. Ni en fútbol ni en atletismo. Ni siquiera en esquí. Diego Costa es de Brasil como Marcos Senna. Como de Argentina era Di Stéfano cuando se enfundó La Roja o del Congo Ibaka o de Kirguistán Dujshebaev. La discusión menos ofensiva la proporciona el propio fútbol. Porque es verdad que Diego Costa juega a otra cosa. Y que es un futbolista acaparador.
Los partidos giran a su alrededor con la pelota y también sin ella. Y eso es un riesgo de cortocircuito para un conjunto que ha coronado sus tres ochomiles a partir del fútbol combinativo. Pero precisamente es ese factor diferenciador el que le convierte en apetecible como recurso. Y además a Del Bosque no le termina de llenar ninguno de sus otros delanteros. Lo demuestra en cada lista, por cambiante, e incluso lo ha dejado declarado: "Si tuviera un nueve en condiciones". Diego Costa es un intento más de resolver ese vacío. Aunque también es un compromiso de conciencia. Y el seleccionador español la tiene. Si le llama debe ser por convicción, no simplemente para asegurarlo como español y luego desentenderse de él.