Diego Costa junto a Messi
Partido a partido, el Atlético va tan viento en popa que cualquiera le coloca un pero. Así que habrá que referirse a la inquietante nueva ausencia de Óliver sin adjuntarle una conjunción adversativa. El equipo rota, van ya 18 titulares diferentes, sólo dos intocables (Courtois y Godín) y la eficacia no se resiente. Otra victoria, esta vez menor, sin más excesos que las gotas de Minipantic y la omnipresencia de Diego Costa, que gol a gol (ya van siete, tan pichichi como Messi), y aunque jugando a otra cosa, sigue llamando con fuerza a la puerta de donde ustedes ya saben.
El brasileño se ha multiplicado sabiéndose el jefe. Asume la responsabilidad y, aunque imprevisible en el desenlace, es una posibilidad constante. Le sale mucho de lo que intenta, incluso, como ayer, la delicadeza. Además se sujeta. No es que trote por la Casa de la Pradera, pero ha bajado en broncas. Al menos hasta el sábado, cuando se reencuentre con Pepe y Ramos.