¿Ya llegamos? Sí, ya llegamos
“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais…” es una famosa frase que dice el más perfecto de los replicantes, Roy uno de los Nexus VI, en la película “Blade runner”, que también podría decir lo mismo si hubiera ido de pasajero en la Voyager 1 y regresase algún día a la Tierra, algo que no va a ocurrir para legítimo orgullo de nuestra civilización.
Porque la sonda Voyager 1 está ahora adentrándose en el mundo oscuro y frío del espacio interestelar, allí donde ya no llegar el calor de nuestro sol. Tras analizar los datos recibidos, y tras un interesante debate, parece que hay consenso en el mundo científico para afirmar que el verano pasado –si bien la noticia se ha dado recientemente- este pequeño artefacto (de poco más de 700 Kg de peso) cruzó esa difusa frontera que delimita la Heliosfera, después de recorrer más de 18.000 millones de kilómetros de nuestro sistema solar durante 36 años, y tras visitar Júpiter, donde fotografió por primera vez actividad volcánica fuera de nuestro planeta, Saturno y su mayor satélite Titán.
Cuando la Voyager 1 salió de cabo Cañaveral, un 5 de septiembre de 1977, por aquí andábamos en plena efervescencia política con las primeras elecciones democráticas recién celebradas; en EE.UU. tomaba posesión del cargo de presidente Jimmy Carter y Pelé se retiraba del fútbol.
Todos nosotros nos hacíamos mayores mientras década tras década la pequeña sonda seguía haciendo su asombroso trabajo de estudio y exploración, que ya sólo interesó a científicos y aficionados a la astronomía mientras los demás estábamos ocupados bregando contra las sucesivas crisis y los sinsabores cotidianos. Sin embargo, de pocas cosas nos podríamos sentir más legítimamente orgullosos todos que de este pequeño ingenio –y a fe que robusto, a juzgar por su excelente rendimiento- que acaba de lograr un nuevo y grandioso triunfo al llegar donde nada creado por el ser humano había llegado antes. Y sigue enviando datos.
De hecho, el responsable científico del proyecto lo ha equiparado con la primera circunnavegación de la Tierra o la llegada de un astronauta a la Luna. Hitos todos ellos de una historia, la de nuestra especie, forjada a golpe de aventuras, de descubrimientos, de apuestas valientes contra la oscuridad, la del espacio desconocido y la aún más inquietante y paralizadora que crea el pensamiento dogmático y supersticioso. “¿Ya llegamos?” era la pregunta que, según ha declarado el responsable científico, acuciaba a todos los encargados de analizar los datos recibidos de la Voyager 1 hasta que por fin han podido contestar: “Sí, ya llegamos”. Una certeza que nos enaltece y permite albergar alguna esperanza a cerca del futuro que seremos capaces de construirnos.