La Vuelta, en el fin de la Tierra
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Han sido 577,4 kilómetros por Galicia. Más los 124,2 que quedan por recorrer hoy por Lugo y Ourense hasta entrar en Zamora, camino del Lago de Sanabria. Galicia es un lujo para la Vuelta. Las imágenes que brinda poco tienen que envidiar a las del Tour. Incluso la carrera ha sido motivo de manifestaciones artísticas, tal y como hacen los franceses en su Tour. A playas, además, no nos ganan, y en la arena se pueden hacer auténticas maravillas como han demostrado los gallegos. Bravo por Galicia, que ha hecho de la Vuelta algo suyo. Con unos paisajes memorables, y no es cuestión baladí, porque uno de los grandes atractivos del ciclismo es el paisaje, y Galicia ha lucido estos días impresionante.
Tras su recorrido por las Rías Baixas, la carrera alcanzó ayer los mismísimos confines de la Tierra, como indica el topónimo de Fisterra. El ciclismo tiende a adentrarse en terrenos inexplorados, y la Vuelta quiso hacer esta incursión para ver si de ahí nace una Clásica con el sugerente nombre de Fin de la Tierra. Tiene, además, el muro de Ézaro al lado, imponente con su rampa del 30%. Lástima que los gallitos no quisieran líos en esa ascensión. El recorrido, la verdad, se merecía más. Alguna acción que mitificara la etapa. Mas la Vuelta se despide de Galicia con la cabeza bien alta. Con sólo 18 corredores en menos de un minuto. En el Tour había 55 a estas mismas alturas. Esto es Galicia, esto es la Vuelta. Se arma ayer y quedan 10.




