Se pudo montar una bien gorda
Se pudo montar una bien gorda en el cruce del puente de la Isla de Arosa. A 20 km de la meta, con el viento pegando fuerte y lateral, sin ninguna protección para los ciclistas y la carretera estrecha delimitada por conos, habrían entrado cinco corredores por abanico si alguien se decide a formarlos. Pero era muy arriesgado. Al equipo que se atreviera podía salirle el tiro por la culata. Su líder quedar descolgado, o sufrir una caída, que era bien probable en un zafarrancho en esas circunstancias. Nadie se movió. Incluso vimos al Movistar como se puso delante para bloquear la carrera y frenar los ánimos.
Se habían producido caídas poco antes. La etapa había pasado por muchas calles estrechas de las poblaciones gallegas y toda esa tensión que vivieron los ciclistas se reflejó en la ascensión final. Nadie andaba sobrado para intentar controlar la ascensión y ocurrió lo del día anterior. Chris Horner supo arrancar en el momento justo y aprovechar las dudas de que nadie se atrevió a contrarrestarle. Era una etapa para Valverde y quizás la habría ganado si arranca doscientos metros antes. Pero a su rueda iba Purito, que le podía rematar si se precipitaba. Mientras tanto, Nibali sigue tranquilo. Espera a los Pirineos. Allí está su baza.