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Djukic se mueve entre 'egos'

Las visitas del Valencia al Espanyol suelen dejar secuelas en el bando blanquinegro. Unas para bien, como aquella remontada que protagonizaron en Montjüic en 2001 y que evitó la destitución de Rafa Benítez; otras para mal, como la última a Cornellà, con un empate en el tiempo añadido y dos puntos perdidos que fueron los que a la postre le faltaron para meterse en Champions. A estas alturas, lógicamente, ni corre peligro el puesto de nadie ni tampoco los puntos tienen ese plus de relevancia que ganan con el tiempo. Pero después de la semana vivida por Valencia, la respuesta de los jugadores sí calibrará el método Djukic. Jeremy Mathieu se salió del tiesto diciendo lo que dijo y Vicente Guaita apareció con una oferta del Arsenal (cuando hace diez días pensaba en la renovación) porque de primeras juega Diego Alves.

Djukic se ha tenido que poner el casco de bombero mucho antes de lo previsto y en el caso de Mathieu en un contexto que no tiene ni pies ni cabeza (lo de la portería se veía venir porque es un mal que se arrastra de dos temporadas atrás y al que no se le pone cura). Los 'egos' son parte del fútbol y en una plantilla como la del Valencia son tan necesarios como perniciosos. Todos tienen sus razones para verse titulares y en verdad solo Ever Banega lo es. El resto son meros eslabones de una cadena que bien engrasada puede ser una máquina de ganar partidos, porque calidad tienen, pero como les recordó Djukic nada más entrar al vestuario: "Para ser quintos no me necesitais".