Bolt: galope de centauro y pies de peregrino
El hombre más rápido que jamás ha existido tiene juanetes, uñas de alimoche y los dedos de los pies en formación percebe. Usain Bolt carece de muelles o de alas como la diosa Niké (en ellas se inspira el logo de la empresa Nike, que retiró la tilde divina de su marca registrada). Todo esto lo supimos cuando el triple campeón mundial se descalzó para lanzar sus zapatillas (Puma) al graderío. Quien imaginó dedos de pianista en sus pies celestiales, protuberancias de aleación y gominola, equivocó la composición. Bolt tiene unos pies vulgares, los mismos que podrían asomar por cualquier sandalia de apóstol hippy.
La incursión internáutica por el mundo podológico (poco recomendable, aviso) nos confirma que su morfología podal es absolutamente común. Si nos abstraemos de malformaciones y amarillismos, concluiremos que Bolt tiene pies egipcios, con el dedo gordo más avanzado y el resto en orden decreciente, como las estatuas de los faraones y el 74% de la población erecta. Admitamos, no obstante, una ligera deriva hacia el pie griego, aquel en el que el segundo dedo es más largo que los demás, característica que se observa en las estatuas clásicas y en escasísimos terrícolas (1%). Si usted, amigo lector, se acaba de descalzar y tiene el pie cuadrado, los dedos como una carrera de caballos o en silueta walkie-talkie, no tema porque también está catalogado. Es usted romano, celta o germánico. Ahora se explicará muchas cosas.
Pero volvamos a Usain. La velocidad no está en el neumático. Reside en el músculo, en el corazón y en las alas de Niké. Perdón, quise decir Puma.