De nuevo las mujeres a la cabeza
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El atletismo español parece haber salido del pozo. Al menos esta vez no hemos tocado fondo. Tampoco es para lanzar cohetes, porque seguimos en nuestros niveles más bajos -el cuarto peor balance de los catorce Mundiales disputados-, pero la imagen ha sido otra. Esta vez ha habido más cosas buenas que malas, pues la gente que ha competido bien ha superado en número a quienes han decepcionado. Aún así, la cosa no ha dado más que para dos medallas de bronce y otros tres finalistas. Al margen de su satisfacción se llevan el premio oficial de la IAAF que había por clasificarse entre los ocho primeros: Miguel Ángel López y Ruth Beitia, 15.000 euros; Eusebio Cáceres, 11.250; Alessandra Aguilar; 7.500; Beatriz Pascual, 4.500.
De nuevo las mujeres han superado en su actuación a los hombres. Mujeres, las tres, que pasan de los treinta. Ellas, en su constancia, hacen de la experiencia una virtud. A los hombres les falta tiempo para alcanzar su mayor rendimiento. O bien se despistan antes por el camino. La mujer llega tarde, pero llega; el hombre llega pronto o será difícil que siga entrenándose con la intensidad necesaria. O peor aún: cuando alcanza un nivel del que pueda vivir, renuncia a más sacrificios y se estanca. Por eso es necesario revisar el sistema de becas, que nos ha llevado a tener una clase media como ningún otro país. Clase media de atletas masculinos, conviene aclarar, que a Moscú sólo fueron diez mujeres por treinta hombres. Los resultados saltan a la vista.




