Mireia se ha hecho profesional
Hemos visto días atrás a Mireia Belmonte ganar medallas y, más recientemente, batir récords. Con sólo 22 años, su futuro es espléndido. Esto, años atrás, no era posible. La pasada semana dábamos una entrevista con Mari Paz Corominas, la primera nadadora española de gran notoriedad al disputar una de las finales de los Juegos de México 68. Allí compitió con 16 años; cinco después se retiró. Se decía que en la natación a los 25 años se era mayor, porque con la edad aumentaba la masa muscular y se hacía más pesado nadar. Pasaron los años y comenzamos a ver nadadores treintañeros en plenitud. Aquí tuvimos a Zhivaneskaya, que ganó un bronce en los Europeos con 31 años. Y ha habido incluso campeones mundiales más mayores.
La causa del cambio fue la profesionalización. La Federación Internacional creó y apadrinó un calendario al margen de los campeonatos oficiales, entraron los patrocinadores, y los mejores nadadores comenzaron a ganar dinero. Ya no había motivo para retirarse prematuramente. La natación daba para vivir. Gracias a este cambio ha aparecido la mejor nadadora española de la historia. Mireia ha dado lo mejor de su adolescencia y lo está haciendo ahora de su juventud, pero a cambio recibe algo. Nadie se lo regala, todo se lo gana con su esfuerzo, dedicación y talento. La profesionalización en deportes como la natación o el atletismo funciona así. Tanto vales, tanto cobras. Es una dura selección natural en la que sólo sobreviven los mejores. Y Mireia está ahí.