Puñalada trapera al atletismo

Puñalada trapera al atletismo

Moscú tiene 12 millones de habitantes. En agosto, quizá más, porque la ciudad recibe durante este mes un millón de turistas. En el recorrido de la maratón de los Mundiales de atletismo podía haber mil espectadores. Siendo generosos. Eso daría una persona cada veinte metros, cuando en el circuito las aceras permanecían vacías cientos y cientos de metros. Daba pena ver a las corredoras en esa soledad. Gente sólo había en los puestos de avituallamiento y sobre los puentes, donde algunos curiosos se detenían. No es que el circuito se hubiera llevado al extrarradio. Al contrario. Se había habilitado un circuito que pasaba al lado de la Plaza Roja y las murallas del Kremlin. Pero esa maratón sólo interesaba al 0,008% de los habitantes de Moscú.

En el estadio la expectación no era mucho mayor. Apenas cuatro mil espectadores; la mayoría, de la familia del atletismo, que tras asistir a la jornada de mañana seguía el decatlón. Por la tarde, con Bolt, al estadio acudieron 40.000 personas. También, siendo generosos. El 0,3% de los moscovitas. ¿Por qué entonces esos Mundiales en Moscú? Porque ofreció más que Barcelona y Brisbane. Se los llevó por treinta millones de dólares de patrocinio, ampliables a setenta. Cuando priman intereses ajenos a los que demanda el espectador, suceden cosas como éstas. Y peores, que en España estamos asistiendo a la agonía del balonmano, insostenible con partidos de trescientos espectadores. Es la megalomanía de los dirigentes, que en estos tiempos no tiene cabida.

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