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¿Tiene sentido tanto parón veraniego de las carreras?

Madrid

Poca actividad deportiva del motor durante este mes de agosto, al menos en lo que se refiere a los grandes certámenes, a las modalidades de mayor seguimiento y popularidad. La Fórmula 1 se suspende prácticamente un mes (del 28 de julio al 25 de agosto) y casi el mismo periodo el Mundial de MotoGP (del 21 de julio al 18 de agosto), por no mencionar que los pilotos de Moto3 y Moto2 no compiten desde el GP de Alemania del 14 del mismo mes pasado… Entiendo que también los deportistas deban descansar (aunque sin olvidar que su temporada se circunscribe a sólo ocho meses), pero un parón tan largo quizá resulte excesivo. Los aficionados echan de menos las carreras y se desaprovecha una época del año en la que, generalmente, todos tenemos algo más de tiempo libre y podemos disfrutar con mayor facilidad de nuestras aficiones. Puede que en este sentido no se tengan en cuenta las necesidades y preferencias de los fans, porque grandes premios en agosto, obviamente, podrían celebrarse sin mayores complicaciones.

Además, el lujo de esas vacaciones exige también su tributo. Como nos ocurre a casi todos, la inactividad veraniega suele traducirse en una exigencia superior al regreso y los calendarios dan buena muestra de ello. En el caso de las motos, las primeras en reincorporarse, tres pruebas consecutivas (Indianápolis, República Checa y Gran Bretaña) y en el de la Fórmula 1, un larguísimo periplo transoceánico de siete carreras tras las dos últimas europeas de Bélgica e Italia. ¿Es un reparto equitativo de esfuerzos? Yo no lo tengo nada claro y nunca he terminado de entender las razones concretas de este planteamiento tan estival, que ya digo que me parece perder posibilidades de audiencia e interés, además de desatender en cierta medida a sus seguidores.