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Siete medallas... sin Anna Tarrés

El equipo de sincronizada ha ganado siete medallas. Más, imposible. Eran las que estaban en juego. Otra cosa es que se hubiera ganado alguna de oro. Mas eso, estando las rusas ahí, sigue siendo misión imposible. Ni con Anna Tarrés se conseguía. Ahora, sin ella, el nivel de excelencia se mantiene. Gran noticia. Nos temimos lo peor cuando el presidente de la Federación, Fernando Carpena, ordenó su despido (improcedente según la justicia). El equipo no se ha resentido. Eso significa que detrás de la gestión personalísima de Tarrés había una sólida estructura. Tarrés lo capitalizaba todo, lo administraba todo, lo resolvía todo, nada se escapaba a su control, porque vivía por y para la sincro. Mas no estaba sola. Tenía un equipo que se va renovando.

Pero lo que es la sincro en España se lo debemos a la pasión y al empeño de Tarrés. Ahora ha comenzado una nueva etapa y, según los resultados, Carpena no se equivocó deportivamente al prescindir de ella. Las virtudes que pudiera tener como entrenadora y seleccionadora no son menores en Esther Jaumà. La personalidad, el temperamento, la ambición o las pretensiones serán distintas. Seguro. Por ahí es por donde no quiso pasar Carpena. Diez meses después de su sorprendente y polémica decisión, la sincro ha subido siete veces al podio. Con Ona Carbonell de estrella. Hay que ser justos. Tarrés llevaba preparando su momento desde hacía seis años, cuando se le preguntó: “¿Y después de Gemma, qué?” “Después de Gemma, Ona.”