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Le tocó el premio gordo

Casemiro llamó la atención en Sao Paulo por tener una excelente técnica, jugar con la cabeza alta y mostrar una buena salida de balón y un buen disparo lejano. Iba para mediocentro perfecto. Ricardo Gomes, excentral del Benfica, le llevó al primer equipo. El problema es que, junto con el buen fútbol, también asomó su personalidad fuerte y el éxito se le subió un poco a la cabeza, lo que no le permitió prosperar. En poco tiempo, Casemiro ganó fama de marrento. Se trata de una expresión de la jerga brasileña para definir personas vanidosas y que se creen casi perfectas.

El problema es que esta etiqueta, exagerada, fue ganando fuerza en medio de la irregularidad de una promesa en el inicio de carrera. Mano Menezes le llamó a la selección absoluta, y jugó cinco partidos. No se asentó ni con Brasil ni en el Sao Paulo. Su marcha al Madrid cayó del cielo. Fue la oportunidad perfecta para deshacerse de la presión y ganar un nuevo comienzo de lujo en Europa. A Casemiro, marrento y sin embargo un jugón, parece que le ha tocado el gordo.

Lédio Carmona es comentarista de SporTV Brasil.