Apartarse para ganar el partido
Tito, desgraciadamente, volvió a enfermar y decidió dar un paso al lado. Decisión vital, camino responsable. Traicionado por su glándula parótida desde noviembre de 2011, el entrenador campeón de los 100 puntos prefiere mirarlo todo desde la lejanía. Se sabe que deberá tratarse para subsanar la recaída. Acostumbrado a conquistar alegrías profesionales en los últimos cinco años (cuatro de ellos al lado de Guardiola), Vilanova quiere combatir con energía y entereza la enfermedad que lleva amargando a él y a los suyos. No será sencillo, seguro, pero se apartará de todo el ruido mediático para acumular las fuerzas necesarias y soltar los mamporrazos suficientes como para poder agitar los brazos con fuerza y conquistar su torfeo más importante: agarrarse a la vida.
Pero Tito ya logró algo. En semanas sin competición oficial y en la que las especulaciones muchas veces superan a todo lo que se está cociendo en los despachos, Vilanova volvió a sentir el calor de todo el fútbol. Llegaron mensajes desde todos los rincones del mundo, algo lógico, pero de agradecer. Desde Mourinho, que siempre se sintió avergonzado ante él por haberle agredido a traición aquella noche de verano de hace dos años, hasta Pep, que debe estar hundido tras lo vivido en los pasados días, todos quisieron darle un abrazo virtual al entrenador del Barça. Posiblemente, hasta el lunes no se conocerá a su sucesor, pero eso, ahora es lo de menos. Se trata de que Tito Vilanova se levante y pueda escupir el bicho que lleva dentro. Y lo hará. Seguro.