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Sin Mou, apareció el sainete y la credibilidad saltó por la ventana

Pues dejó paz. Sorprendentemente, la marcha de Mourinho ha sido más caótica para el Barcelona que para el Madrid. Mientras en el Bernabéu se pasan por alto las millonadas que se pagan por jugadores aspirantes al banquillo, en el Barça han perdido el norte. A falta de enemigo exterior, se devoran entre ellos mientras que la Paz Florentiniana reina en el equipo blanco. La pretemporada de unos y de otros es absolutamente opuesta. En Madrid, hasta Florentino pone buena cara posando junto a la cuadrilla de Illarramendi (con amigote con camiseta de ‘Rajoy dimisión’ incluida) mientras que en el Camp Nou cada comparecencia ante los medios es una visita al dentista.

Problema de confianza. Más allá del sainete entre Guardiola y Vilanova, que ha saturado los 140 caracteres del Twitter en diversas ocasiones, el verdadero problema del Barça es que ha llegado un momento en el que todo es cuestionable. No digo que el mensaje institucional no sea verdad, únicamente, que lo que antes se tomaba como dogma de fe, ahora es una cuestión debatible. Como los impuestos.

Ejemplos. Dejando claro que todas las directivas del mundo han mentido, a la actual del Barça se le han visto más las costuras que a las otras. Igual es injusto. Pero motivos para el reproche no faltan desde el momento en el que un vicepresidente del Barcelona dijo que “no mentimos con lo de la Grada Jove, pero no dijimos la verdad, porque estábamos en período electoral”. Si a eso le sumas la reforma del Camp Nou, las versiones contradictorias sobre el precio de la compra de Neymar, de la venta de Thiago, el misterio de las operaciones de Puyol, la nonata asamblea extraordinaria por los estatutos y el amenaza y no pega al Real Madrid (“estoy muy enfadado”) han sentado unas bases de duda que van más que razonables han agitado más la opinión tuiteada que la publicada.

La importancia del rival. A ver si al final resulta que el Barça va a echar tanto de menos a Mou como el portugués echó de menos a Guardiola. Tener un rival es más importante de lo que parece. Los adversarios te hacen sacar el orgullo, que es propio de inteligentes, pero el canibalismo deriva en vanidad, que es más simple. Y da la sensación que el Barça está perdiendo orgullo y ganando vanidad.