La natación crea espectáculo
La incorporación de los saltos de gran altura a los Mundiales de natación es una muestra de que si los deportes quieren evolucionar, han de salirse de sus estrictas reglas y aceptar modalidades más comerciales. Los saltos de gran altura requieren menos técnica, pero son arriesgados y espectaculares en grado superlativo, porque suelen realizarse desde acantilados y desde alturas imposibles. Los saltadores son gente intrépida, a los que sobra valor. Han encontrado algo que les divierte y, a la vez, les permite ganar un dinero. Lo suyo es precipitarse al vacío, y antes que enlazar tirabuzones y mortales está realizar una caída perfecta: de pie, como si se fuera un palillo. La entrada en el agua se hace a 90 kilómetros por hora, lo que supone un riesgo máximo.
No hay muchos especialistas en estos saltos de gran altura; los participantes se han reclutado entre los saltadores del circuito mundial que patrocina Red Bull. Las modalidades tradicionales de la natación han hecho suya en estos Mundiales una especialidad que permanecía ajena a la estructura federativa. Hace bien la Federación Internacional en salirse de sus patrones clásicos para entrar en una dinámica de modernización. Estos saltos serán una de las imágenes que queden de los Mundiales de Barcelona, y, sin duda, el escenario que atraerá a un mayor número de espectadores. Un ejemplo para otros deportes. Mientras en el atletismo, que tiene sus Mundiales el próximo mes, se habla de dopados, en la natación se habla de espectáculo.