Un deporte de héroes pero no de locos

Un deporte de héroes pero no de locos

A menudo nos olvidamos de toda la grandeza del motociclismo. Trivializamos con un deporte de héroes que se juegan la vida, que no conocen el miedo y que se entregan en cuerpo y alma a una pasión. Sé que todo esto puede sonar a un comentario recurrente, poco original y vacío pero viendo estos días el sufrimiento de tantos pilotos en el GP de Alemania no quería dejar de recuperar esta reflexión. Ver por los suelos con esa terrible sensación de impotencia a Lorenzo, Pedrosa, Crutchlow, Dovizioso o Rabat nos recuerda los enormes riesgos de una disciplina que desafía los límites de la física con tumbadas increíbles, frenadas brutales y aceleraciones de misil. Y todo, en el inestable equilibrio de un vehículo de dos ruedas y con su ocupante expuesto a los caprichos del destino. Ya sabemos, aquello que las madres dicen preocupadas a sus hijos motoristas: “Ten mucho cuidado, que la carrocería eres tú”.

Por eso los esfuerzos en seguridad deben ser constantes e incansables. El riesgo es inherente al motociclismo y nunca se podrá erradicar pero sí minimizar. Nunca entenderé que haya quien defienda que incluso hoy en día se pueda competir en circuitos obsoletos como el de la Isla de Man o que se deban suprimir tecnologías como el control de tracción. Valentía no es lo mismo que temeridad y riesgo no es sinónimo de inconsciencia. Los pilotos saben lo que ponen sobre el tapete cada vez que se suben a su moto, lo que no significa que no hagan lo necesario para reducir la posibilidad de accidente y lesión. Quienes piensen que en nombre del romanticismo o la autenticidad todo está permitido se equivocan. Caerse y sufrir es parte de este bello deporte, hacerlo sin necesidad es sólo una insensatez. Por fortuna, en el Mundial es algo que tienen muy claro desde hace tiempo y debemos felicitarnos por ello.

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