El mal llamado deporte profesional
Desaparece el Ciudad Real, llamado Atlético de Madrid las dos últimas temporadas por ser el patrocinador del equipo. Desaparece, no porque el Atlético dejara de pagar el casi millón y medio que ponía, sino porque esta cantidad es insuficiente para pagar las deudas del club, que superan los tres millones. El Ciudad Real ha estado años viviendo por encima de sus posibilidades y ahora sufre las consecuencias. En lugar de tener una plantilla ajustada al presupuesto para cumplir con las otras obligaciones del club, se tiraba la casa por la ventana en jugadores. Esto podría estar muy bien, pero al retirarse los patrocinios institucionales y no generar los jugadores los ingresos necesarios para mantener la estabilidad, vino el problema.
Problema que se ha llevado por delante antes a otros clubes, y no sólo de balonmano. De baloncesto ha habido unos cuantos, incluso antes de la crisis, por ser este deporte donde se ha producido una mayor inflación. Hace tiempo se veía advirtiendo de que el mal llamado deporte profesional estaba sustentado por comunidades, ayuntamientos y diputaciones. Ha tenido que caer un grande del balonmano para que cunda el pánico. Cardenal ha convocado una reunión de urgencia para abordar la sostenibilidad de este deporte. Es una gran ocasión para partir de cero, reconociendo que hay partidos a los que acuden 300 personas, es decir, familiares y amigos de los jugadores. ¿Se puede sostener así una Liga nacional? Pues que se diga.