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No eran sólo ladrones

Sher Khan, un porteador de altura del valle de Hunza que fue testigo de la masacre cometida por los talibanes en el campo base del Nanga Parbat hace unos días, ha narrado a un periodista norteamericano las terribles horas que vivió. Khan acababa de bajarse del campo 1 para descansar cuando unos ruidos lo despertaron en plena noche. Cuando se asomó a la puerta de su tienda vio a un hombre armado con un fusil de asalto y vestido con ropa militar. Poco más allá vio a un alpinista lituano gritando a otro talibán que él no era norteamericano.

El resto del comando estaba sacando a los alpinistas de sus tiendas. Khan trató de esconderse pero fue inútil. Como lo fue el que les dijera que era ismaelita, de Hunza, pakistaní. Cuando casi estaba fuera, le preguntaron si tenía dinero. Se volvió para ir a buscarlo pero le patearon la cabeza mientras le decían que no querían dinero. No el suyo, al menos, porque a los extranjeros sí que les robaron cuanto tenían. 

Tras atarle junto al resto de rehenes le obligaron a que hiciese de intérprete para que los demás entregasen los teléfonos satélite, los walkies y los ordenadores. En cuanto se los dieron los destruyeron a tiros, pedradas y patadas. “Continuamente suplicaba: somos musulmanes, ismaelitas de Hunza. Somos pakistaníes. Luego, alguien dijo: vale, separad a estos tres de Hunza. Así que nos liberaron pero nos dijeron: no tratéis de mirar hacia arriba y manteneos de rodillas. Luego, otra persona les dijo a los que estaban atados a la cuerda, los ucranianos, el pobre nepalí, el chico pakistaní, y los chinos que miraran hacia otro lado. Así podían dispararles, ya sabes. Pero yo pensaba, lo mismo no les disparan. A lo mejor son tan solo ladrones. Tienen su dinero y todo lo demás. Lo mismo tan solo van a irse". Pero no se fueron. No eran ladrones, eran terroristas sin escrúpulos que no dudaron en asesinarlos cobardemente. 

Según me cuentan desde Pakistán ya se ha detenido a dos sospechosos del ataque y los vuelos a Skardú han aumentado para evitar que turistas y alpinistas tengan que recorrer la Karakorum Highway. Otra buena noticia es que una expedición alemana está en Islamabad insistiendo para que les permita ir al Nanga Parbat aunque sea con escolta policial. Es lo único que podemos hacer, por nosotros y por nuestros amigos de la región: no permitir que nos atemoricen. En dos semanas estaré en Islamabad y podré contar a través de esta página cómo está la situación. Tenemos, tengo, temor. Pero hay veces en la vida que hacemos lo que debemos hacer. No podemos fallar a esa gente que se juega, literalmente, su futuro y su libertad.